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Una esclarecedora crónica que es a su vez una llamada a enfrentar los retos climáticos del presente y el futuro. Hacia finales del siglo XVI, las temperaturas empezaron a caer, hasta tal punto que se helaron las aguas de algunos puertos mediterráneos y las aves se congelaban en pleno vuelo... Sobre el hielo del Támesis se organizaban animadas ferias. A mediados del siglo siguiente, Europa se transformó: cosechas arruinadas, hambrunas, migraciones… El propio pensamiento occidental inició un proceso de cambio culminado con el surgimiento de la Ilustración, que combatió la concepción de esos fenómenos naturales como señales o castigos divinos. El motín de la naturaleza presenta las consecuencias de una alteración repentina del clima a partir de testimonios de distinto cuño: los hay de personajes más o menos anónimos que documentaron los estragos que causaron aquellos largos y duros inviernos y aquellos veranos sin sol; pero también aparecen grandes pensadores y científicos, como Pierre Bayle, Voltaire, Montaigne o Kepler, que vieron sus obras e investigaciones transformadas por la Pequeña Edad de Hielo. Con todos ellos, Philipp Blom dibuja un fresco que acaba revelándose como una reflexión sobre los desafíos de la catástrofe que se avecina. Y es que, enfrentada hoy a nuevas, profundas y ominosas perturbaciones del clima, comparables en sus efectos a las padecidas en aquellos dos crudos y gélidos siglos, la sociedad actual debe centrarse otra vez en encontrar soluciones imaginativas y duraderas. Conocer la Pequeña Edad de Hielo de la mano de este ensayo excepcional nos permite intuir, cuatrocientos cincuenta años más tarde, que sin recurrir a la razón, la ciencia y la tecnología el panorama futuro puede acabar siendo un desastre irreversible.

MOTIN DE LA NATURALEZA EL - BLOM PHILIPP

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Una esclarecedora crónica que es a su vez una llamada a enfrentar los retos climáticos del presente y el futuro. Hacia finales del siglo XVI, las temperaturas empezaron a caer, hasta tal punto que se helaron las aguas de algunos puertos mediterráneos y las aves se congelaban en pleno vuelo... Sobre el hielo del Támesis se organizaban animadas ferias. A mediados del siglo siguiente, Europa se transformó: cosechas arruinadas, hambrunas, migraciones… El propio pensamiento occidental inició un proceso de cambio culminado con el surgimiento de la Ilustración, que combatió la concepción de esos fenómenos naturales como señales o castigos divinos. El motín de la naturaleza presenta las consecuencias de una alteración repentina del clima a partir de testimonios de distinto cuño: los hay de personajes más o menos anónimos que documentaron los estragos que causaron aquellos largos y duros inviernos y aquellos veranos sin sol; pero también aparecen grandes pensadores y científicos, como Pierre Bayle, Voltaire, Montaigne o Kepler, que vieron sus obras e investigaciones transformadas por la Pequeña Edad de Hielo. Con todos ellos, Philipp Blom dibuja un fresco que acaba revelándose como una reflexión sobre los desafíos de la catástrofe que se avecina. Y es que, enfrentada hoy a nuevas, profundas y ominosas perturbaciones del clima, comparables en sus efectos a las padecidas en aquellos dos crudos y gélidos siglos, la sociedad actual debe centrarse otra vez en encontrar soluciones imaginativas y duraderas. Conocer la Pequeña Edad de Hielo de la mano de este ensayo excepcional nos permite intuir, cuatrocientos cincuenta años más tarde, que sin recurrir a la razón, la ciencia y la tecnología el panorama futuro puede acabar siendo un desastre irreversible.