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Hace ya bastante tiempo una amiga me mandó unos poemas que se habían publicado en internet. Era el primer poema de La casa de la niebla, de Elena Anníbali. El que empieza así: “Señor vos le diste a mi hermano un ford falcon rojo/ para llegar a la casa de la niebla/ y después qué”. Me impactó la voz que narraba esos poemas, la forma en que volvía a utilizar la pregunta que tantos poetas han utilizado, pero que Elena limpiaba –a la palabra, al significante– de contenido gastado y volvía a poner en circulación en el círculo no del lenguaje, sino en la cadena cromosomática de la poesía. Qué entusiasmo leer a una nueva poeta que no conocía. Me puse a buscar: conseguí dos libros más: tabaco mariposa y Curva de remanso. Leo todos sus libros como si fueran uno, es una voz sintáctica que va caminando, pensando en voz alta y hablando para adentro, para la mente. Una espléndida monotonía es su obra. Acabo de leer Cyborg: un poema mitad humano mitad electrónico. Siguen las preguntas, la repetición. Las grandes poetas como Anníbali, logran que uno después de cerrar el libro sea el canto que escuchó en sus páginas. Y logra enfrentar la vida cotidiana –a veces chirle, a veces épica– con el pecho inflamado por las pasiones alegres. De ahí la risa de Elena Anníbali que se puede escuchar entre sus versos hermosos. Fabián Casas

CYBORG GUADAL - ANNIBALI ELENA

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Hace ya bastante tiempo una amiga me mandó unos poemas que se habían publicado en internet. Era el primer poema de La casa de la niebla, de Elena Anníbali. El que empieza así: “Señor vos le diste a mi hermano un ford falcon rojo/ para llegar a la casa de la niebla/ y después qué”. Me impactó la voz que narraba esos poemas, la forma en que volvía a utilizar la pregunta que tantos poetas han utilizado, pero que Elena limpiaba –a la palabra, al significante– de contenido gastado y volvía a poner en circulación en el círculo no del lenguaje, sino en la cadena cromosomática de la poesía. Qué entusiasmo leer a una nueva poeta que no conocía. Me puse a buscar: conseguí dos libros más: tabaco mariposa y Curva de remanso. Leo todos sus libros como si fueran uno, es una voz sintáctica que va caminando, pensando en voz alta y hablando para adentro, para la mente. Una espléndida monotonía es su obra. Acabo de leer Cyborg: un poema mitad humano mitad electrónico. Siguen las preguntas, la repetición. Las grandes poetas como Anníbali, logran que uno después de cerrar el libro sea el canto que escuchó en sus páginas. Y logra enfrentar la vida cotidiana –a veces chirle, a veces épica– con el pecho inflamado por las pasiones alegres. De ahí la risa de Elena Anníbali que se puede escuchar entre sus versos hermosos. Fabián Casas