Es sorprendente leer la extensa producción periodística hecha por Maxi a lo largo del tiempo. Sus ansias de investigación al servicio de la comunicación lo convirtieron en un periodista cultural de raza, en una pluma de autor “envasada en su lugar de origen”. Claro que los tópicos pintan su aldea, pero con la vista aguda puesta más allá del horizonte. El rock fue el trampolín para potenciar y trascender el género musical específico y la temática general de sus artículos. Maxi sabe de la fuerza sumatoria de la investigación con la narración. Su manera personal de contar las historias, mas el aval de la pesquisa, sintetizan el norte de un buen comunicador.

Y claro que sorprende y gratifica descubrir relatos de la prolífica escena musical histórica o actual de Río Tercero; desde las páginas dedicadas al glorioso guitarrista Luis Amaya al particular paso de Serú Girán y Divididos por escenarios locales.

Se destacan también capítulos que retratan con agudeza la vida artística de la capital provincial, donde la lupa del autor hecha luz sobre temáticas novedosas.

Aparecen también recuerdos entrañables de la vida cultural y social de su ciudad, como la semblanza de Ninón y otros felinos protectores de la memoria de la Biblioteca Popular Justo José de Urquiza.

Celebro esta edición tan necesaria y disfrutable de Maxi Carranza, una excelente fuente de dónde abrevar información inmediata y atemporal.