Este libro pone en evidencia una articulación empírico-conceptual, que compendia diez años de una rigurosa y sistemática investigación en torno a la pregunta: ¿qué se entiende por disponibilidad del analista? A partir de ella la autora desarrolló un constructo multidimensional que puso en evidencia las cualidades y funciones que lo componen, haciendo hincapié en la importancia que requiere el posicionamiento disponible del analista en la clínica actual. Su desafío fue poner el constructo disponibilidad “en acción”, es decir “darle voz” tanto a analistas como a pacientes, poniendo el acento en la premisa de que, ambos son interlocutores válidos, capaces de argumentar, percibir y formular diferentes aspectos en la co-construcción del vínculo analítico. Así, propone un recorrido que aporta una conceptualización actualizada, extendida y complejizada que, según su criterio es primordial, dado que, al identificar, delimitar y discriminar los diferentes componentes del constructo establecido permitirá al analista moverse entre diversas posiciones instrumentales, implementando distintas estrategias de abordaje de acuerdo con los matices propios que presenta cada paciente en los diferentes momentos del proceso. Pone así de manifiesto, el complejo entrecruzamiento que se produce entre los mundos subjetivos del analista y del paciente, que han sido, son y serán, una preocupación constante del quehacer profesional. Esto demuestra la necesidad de poner a prueba el pensamiento crítico del analista, que se materializará en un constante proceso de construcción, deconstrucción y reconstrucción teórico- clínico, lo que los movilizará a continuar interrogándose sobre un psicoanálisis que, de cara al siglo XXI, reclama: implicación, evolución y cambio.