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Las cosas celestes es un libro que sucede como la luz: aparece sobre una mesa, entre los cuerpos que se mueven en la cocina, en la sombra que cae en la galería, o en la brisa que pasa junto a una gata dormida. No narra, sino que recupera. No declara, sino que escucha. Rosalía Iturbe compone escenas mínimas que contienen el tiempo entero: la infancia y la adultez, el deseo, los objetos, las palabras y los silencios familiares. Sus poemas, que parecen fragmentos, vibran como constelaciones completas, restituyen una percepción íntima, a veces alegre, a veces melancólica, siempre precisa. Hay en estos versos una ternura sin afectación, una materialidad del mundo (melones, trenes, caramelos rosas y marrones, agapantus al borde del clac) que al ser nombrada se vuelve delicadamente metafísica. Cualquier gesto, bajo la mirada de la autora, se recarga de sentido: no representa, resuena. Las cosas celestes es un libro donde lo visible brilla, y lo invisible también. Daniel Durand

LAS COSAS CELESTES - ROSALIA ITURBE

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Las cosas celestes es un libro que sucede como la luz: aparece sobre una mesa, entre los cuerpos que se mueven en la cocina, en la sombra que cae en la galería, o en la brisa que pasa junto a una gata dormida. No narra, sino que recupera. No declara, sino que escucha. Rosalía Iturbe compone escenas mínimas que contienen el tiempo entero: la infancia y la adultez, el deseo, los objetos, las palabras y los silencios familiares. Sus poemas, que parecen fragmentos, vibran como constelaciones completas, restituyen una percepción íntima, a veces alegre, a veces melancólica, siempre precisa. Hay en estos versos una ternura sin afectación, una materialidad del mundo (melones, trenes, caramelos rosas y marrones, agapantus al borde del clac) que al ser nombrada se vuelve delicadamente metafísica. Cualquier gesto, bajo la mirada de la autora, se recarga de sentido: no representa, resuena. Las cosas celestes es un libro donde lo visible brilla, y lo invisible también. Daniel Durand