“No sé bien cuándo di el salto de calidad, pero un buen día me encontré frente a una pantalla escribiendo y recibiendo textos. Utilizando una vía de comunicación en silencio. Las cartas ya no aparecían (¿fueron cinco o seis años de paz?), hasta que un buen día recibí lo que ahora se conoce como correo electrónico “basura”. Era un mensaje sin dirección de origen, sin mi dirección de correo electrónico. Era, solamente un mensaje. Sí, era de él. Volvía, nuevamente, por otros medios. Esta vez con una clara tipografía, común, en cuerpo 12: Times. Rasgos característicos de la formalidad. La única ventaja de que esas manifestaciones llegaran por computadora era que ahora podía copiar el texto y trasladarlo a un documento sin la necesidad de tipearlo. No está demás aclarar que he cambiado de computadora (marca, disco rígido, conexión de Internet) y las cartas siguen sorteando las dificultades. Incluso he dejado apagada la computadora, desenchufada de toda conexión posible. Y al encenderla he vuelto a encontrar los mensajes sin fecha, en el orden de llegada que, también, suele alterarse sin lógica alguna. Cartas en movimiento. Espero que con este acto de publicación llegue la paz de la muerte a mi espíritu, que el final me atrape de una vez. He perdido todo y a todos a quienes quería. Besado por la eternidad, pretendo abandonarla. Querido lector, concluye los textos que siguen, haz de mí un cadáver, rescátame de la inmensidad de la agonía.”