El poema Sacred Emily popularizó el hoy emblemático verso «Rose is a rose is a rose is a rose». Tautológico y deudor del problema de los universales heraclitano constituye, no obstante, el programa de escritura en la obra de Gertrude Stein: uno que tiene a la repetición como un activador de la señal estética. Tal es la profundidad y el alcance de este recurso que, tanto en París Francia como en Raoul Dufy, Stein logra tejer una voz de aparente “factura simple”, pero que poco a poco alcanza un grado de intensidad supremo. El libro es un círculo. En primer lugar asistimos a la partida de Gertrude Stein y Alice B. Toklas hacia la campiña francesa luego de la ocupación de París por las tropas nazis. Allí se encarga de realizar una tipología del mundo bucólico, describiendo la vida y las costumbres del interior del país. En contrapartida y una vez que la guerra ha terminado, Stein nos relata con sentido interés el periplo hasta su hogar en el corazón de la ciudad luz donde la esperan amigos como Picasso o Matisse. Los títulos (París Francia y Raoul Dufy) devienen entonces disparadores de la función creadora de esta coleccionista de frescos, lazos, andanzas. Así, la vida cotidiana y las observaciones de Stein vuelven y vuelven sobre nosotros, como el acto iterativo y gratuito que caracteriza al gran arte de la sociabilidad.