Es posible que exista el efecto mariposa entre la gente, que sólo con batir las dos alas que

cada uno tiene consigo se pueda convocar al primer suspiro de la brisa,

esa que algún día será viento y entonces despertará otras alas para contagiarles el vuelo.      

Silvia Zerbini es la mariposa del efecto, la que llevó la brisa de la danza nacional hasta espíritus

y rincones ansiosos de la quietud. 

Y sus alas no sólo son sus brazos que extienden la armonía cimbreante de su cuerpo

y que con un pañuelo en la punta de los dedos pueden subir hasta el cielo de la zamba.

Sus alas son también el gesto ancho de su sonrisa que se ofrece como espejo

de la fascinación de su vuelo, el presentimiento del rayo titilante de sus ojos atravesando

la leve espesura del baile.

Y, sobre todo, la libertad, esa esencia de alborotadas gotas rojas que tiene atrapada en el pecho.

Libertad para sentir, para reír, para iluminar, para bailar,  para entregarse a los rumbos de los pies,

de la inquietud del alma.

Para crearse a sí misma y crear la danza cada vez que bate sus alas de mariposa

y hace su parte del viento.

En “Silvia Zerbini Danza”, la fina percepción y la fluidez en el entramado

de las palabras de Andrés Pérez han logrado pintar con fragmentos escogidos

un retrato nítido y vivaz de Silvia Zerbini.

A las historias de la pasión de danza y existencia de la bailarina,

la voz del narrador ha sumado su propia intensidad para atrapar tanto vuelo.

Alejandro Mareco