Asistimos al despliegue de una cuerda, un hilo, un tallo, una columna vertebral que sostiene al poema y alrededor de la cual giran estos breves versos. A la manera de silabeos precarios, cortantes o en suspenso, las palabras circundan y enlazan, alrededor de un eje subrepticio, la experiencia del deseo. Espejismo de todas las cosas, las homofonías instauran una suerte de incertidumbre. Desazón o búsqueda; cacería o pulpa: está el movimiento que direcciona, y lo que se revela tras un recorrido sinuoso. Los poemas de Carolina Doartero se valen apenas de ligeras anécdotas; son disparadores o la ocasión para que el ritmo persista. Y el cuerpo es clave en esto de organizarse, porque se considera un pecado "alejarse del centro". Valeria Melchiorre