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¿Los derechos humanos funcionan? Aunque resulte sorprendente, vale la pena hacerse la pregunta. Más allá de los reconocimientos formales y las declaraciones grandilocuentes sobre su importancia, ¿el derecho internacional de los derechos humanos, sus instituciones y movimientos han producido un cambio positivo en el mundo? La sola existencia hoy de la cárcel de Guantánamo, de conflictos armados con bombardeos a civiles y torturas, de regímenes autoritarios y de represión a minorías parece indicar, según críticos más o menos pesimistas -muchos de ellos académicos y políticos, pero también activistas-, que asistimos a un retroceso en la materia.


Kathryn Sikkink, reconocida especialista en el tema, se hace eco de este debate para plantear que, pese a lo que muchos ven como un saldo negativo, la ampliación del alcance de los derechos humanos a escala global ha sido permanente en las últimas décadas. Así, a partir de un exhaustivo recorrido por la segunda mitad del siglo XX, y repasando los supuestos teóricos y metodológicos de las voces más destacadas, la autora demuestra el impacto positivo del derecho internacional y la incidencia fundamental de las organizaciones de la sociedad civil en ese proceso. Sikkink deconstruye la idea de que los derechos humanos surgieron como una iniciativa de las regiones más poderosas que irradió luego hacia los países del Sur Global (tanto líderes como activistas de América Latina fueron, de hecho, los primeros en invocar la necesidad de suscribir a tratados que protegieran los derechos humanos). También, con datos estadísticos rigurosos, que los errores y sesgos al cuantificar el progreso de esos derechos llevan a conclusiones equivocadas: las cifras actuales indican que disminuyeron distintas formas de violencia mientras se incrementó notablemente el acceso a la salud y a la educación, entre otros.


Las razones para la esperanza que este libro postula no surgen, así, de un optimismo acrítico; son resultado más bien de un análisis muy documentado sobre avances y retrocesos que dan forma a "una esperanza razonada, bien informada y paciente", y que nos llevarán sin duda a reconocer lo que ha pasado en la historia y lo que es posible en el futuro, gracias al compromiso y las luchas constantes de quienes buscan hacer de este un mundo más igualitario.

RAZONES PARA LA ESPERANZA, SIKKINK KATHRYN

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¿Los derechos humanos funcionan? Aunque resulte sorprendente, vale la pena hacerse la pregunta. Más allá de los reconocimientos formales y las declaraciones grandilocuentes sobre su importancia, ¿el derecho internacional de los derechos humanos, sus instituciones y movimientos han producido un cambio positivo en el mundo? La sola existencia hoy de la cárcel de Guantánamo, de conflictos armados con bombardeos a civiles y torturas, de regímenes autoritarios y de represión a minorías parece indicar, según críticos más o menos pesimistas -muchos de ellos académicos y políticos, pero también activistas-, que asistimos a un retroceso en la materia.


Kathryn Sikkink, reconocida especialista en el tema, se hace eco de este debate para plantear que, pese a lo que muchos ven como un saldo negativo, la ampliación del alcance de los derechos humanos a escala global ha sido permanente en las últimas décadas. Así, a partir de un exhaustivo recorrido por la segunda mitad del siglo XX, y repasando los supuestos teóricos y metodológicos de las voces más destacadas, la autora demuestra el impacto positivo del derecho internacional y la incidencia fundamental de las organizaciones de la sociedad civil en ese proceso. Sikkink deconstruye la idea de que los derechos humanos surgieron como una iniciativa de las regiones más poderosas que irradió luego hacia los países del Sur Global (tanto líderes como activistas de América Latina fueron, de hecho, los primeros en invocar la necesidad de suscribir a tratados que protegieran los derechos humanos). También, con datos estadísticos rigurosos, que los errores y sesgos al cuantificar el progreso de esos derechos llevan a conclusiones equivocadas: las cifras actuales indican que disminuyeron distintas formas de violencia mientras se incrementó notablemente el acceso a la salud y a la educación, entre otros.


Las razones para la esperanza que este libro postula no surgen, así, de un optimismo acrítico; son resultado más bien de un análisis muy documentado sobre avances y retrocesos que dan forma a "una esperanza razonada, bien informada y paciente", y que nos llevarán sin duda a reconocer lo que ha pasado en la historia y lo que es posible en el futuro, gracias al compromiso y las luchas constantes de quienes buscan hacer de este un mundo más igualitario.