ENVÍOS SIN COSTOS A TODO EL PAÍS EN COMPRAS WEB SUPERIORES A $150.000

Escribir desde el confinamiento terminó siendo, en estos últimos tiempos, una práctica de resonancias varias. Algunas de ellas nos hacen pensar en Tucídides y su «Historia de la guerra del Peloponeso», donde cuenta su aislamiento de la «plaga de Atenas» que devastó a buena parte de la población del Mediterráneo oriental a fines del siglo V a.C. También en «El Decamerón» de Bocaccio, elaborado durante el brote de la peste negra, al igual que los «Cuentos de Canterbury» de Geoffrey Chaucer. Edgar Allan Poe tampoco fue ajeno a ese tipo de acontecimientos: durante el azote del cólera que en Nueva York se llevó a miles de víctimas entre 1834 y 1837, escribió «El Rey Peste». Mientras tanto, con lo que implicó el avance del covid-19 y el desajuste socioeconómico, que tambaleó incluso a las grandes potencias, han proliferado narrativas y poéticas que dan cuenta de un proceso de doble reconfiguración: la de un mundo que todavía no acaba de morir y la de un mundo que no acaba de nacer. Se hace difícil evitar la vieja observación de Gramsci al afirmar que es cuando nos encontramos con ese espacio que funciona de bisagra, que surgen los monstruos. . La antología organizada por los escritores Carlos Aprea (Argentina) y Roberto Pasquali (Italia) da cuenta de esos monstruos. De hecho, el prologuista Bifo Berardi les da un nombre, cuyo origen se remonta a los personajes de una película de terror clase B de los ochenta, y que la filósofa y bióloga Donna Haraway desarrolla como concepto: «critters». O, para ser más específicos, «critters sim-poéticos». Berardi explica que los critters «son pequeñas entidades, criaturas sub-visibles que proliferan en cualquier parte y transforman la composición del mundo viviente, habilitando la mutación». El hecho de considerar la poesía como el critter del lenguaje termina siendo esclarecedora, ya que «la construcción estructurada del lenguaje se está desmoronando, erosionada por la penetración de materia psíquica inexpresable en el espacio de la comunicación. En este punto, tenemos que poner en movimiento partículas lingüísticas para su disolución y recomposición». . La antología, cuya consigna en el armado consistió en que los autores convocados estuvieran cerca o dentro de esa franja etaria considerada como «población de riesgo» y que sus textos fueran escritos recientes, surge ante la emergencia del covid-19 como acontecimiento discursivo. O sea, hablamos de esa instancia excepcional que permite pensar el tiempo presente e indagar sobre la irrupción/aparición de la enfermedad en lo que concierne a su carácter disruptivo, sorpresivo, inesperado.

CONFINES ANTOLOGIA EN TIEMPO DE RIESGO - CARLOS APREA ROBERTO PASQUALI

$22.000
Envío gratis superando los $150.000
CONFINES ANTOLOGIA EN TIEMPO DE RIESGO - CARLOS APREA ROBERTO PASQUALI $22.000
Entregas para el CP:

Medios de envío

  • El Espejo Libros - Casa Central Deán Funes 163, Paseo Santa Catalina - Local 4 y 5. Atención Lun a Vier 9.30 a 19.00hs Sáb 9.30 a 13.30hs

    Gratis
Compra protegida
Tus datos cuidados durante toda la compra.
Cambios y devoluciones
Si no te gusta, podés cambiarlo por otro o devolverlo.

Escribir desde el confinamiento terminó siendo, en estos últimos tiempos, una práctica de resonancias varias. Algunas de ellas nos hacen pensar en Tucídides y su «Historia de la guerra del Peloponeso», donde cuenta su aislamiento de la «plaga de Atenas» que devastó a buena parte de la población del Mediterráneo oriental a fines del siglo V a.C. También en «El Decamerón» de Bocaccio, elaborado durante el brote de la peste negra, al igual que los «Cuentos de Canterbury» de Geoffrey Chaucer. Edgar Allan Poe tampoco fue ajeno a ese tipo de acontecimientos: durante el azote del cólera que en Nueva York se llevó a miles de víctimas entre 1834 y 1837, escribió «El Rey Peste». Mientras tanto, con lo que implicó el avance del covid-19 y el desajuste socioeconómico, que tambaleó incluso a las grandes potencias, han proliferado narrativas y poéticas que dan cuenta de un proceso de doble reconfiguración: la de un mundo que todavía no acaba de morir y la de un mundo que no acaba de nacer. Se hace difícil evitar la vieja observación de Gramsci al afirmar que es cuando nos encontramos con ese espacio que funciona de bisagra, que surgen los monstruos. . La antología organizada por los escritores Carlos Aprea (Argentina) y Roberto Pasquali (Italia) da cuenta de esos monstruos. De hecho, el prologuista Bifo Berardi les da un nombre, cuyo origen se remonta a los personajes de una película de terror clase B de los ochenta, y que la filósofa y bióloga Donna Haraway desarrolla como concepto: «critters». O, para ser más específicos, «critters sim-poéticos». Berardi explica que los critters «son pequeñas entidades, criaturas sub-visibles que proliferan en cualquier parte y transforman la composición del mundo viviente, habilitando la mutación». El hecho de considerar la poesía como el critter del lenguaje termina siendo esclarecedora, ya que «la construcción estructurada del lenguaje se está desmoronando, erosionada por la penetración de materia psíquica inexpresable en el espacio de la comunicación. En este punto, tenemos que poner en movimiento partículas lingüísticas para su disolución y recomposición». . La antología, cuya consigna en el armado consistió en que los autores convocados estuvieran cerca o dentro de esa franja etaria considerada como «población de riesgo» y que sus textos fueran escritos recientes, surge ante la emergencia del covid-19 como acontecimiento discursivo. O sea, hablamos de esa instancia excepcional que permite pensar el tiempo presente e indagar sobre la irrupción/aparición de la enfermedad en lo que concierne a su carácter disruptivo, sorpresivo, inesperado.