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La guerrillera palestina, Leila Khaled narra aquí su vida como combatiente. Pero no solo: también cuenta desde su nacimiento en Haifa y la expulsión de su territorio por las fuerzas sionistas, a las operaciones de toma de avión que la hicieron conocida en Occidente.

«No veo cómo mi opresor puede ser juez de mi respuesta a sus acciones opresoras en mi contra. No está en posición de emitir un juicio imparcial o de acusarme de piratería aérea y secuestro, cuando él secuestró mi casa y me secuestró a mí y a mi gente fuera de nuestra tierra. Si el enemigo define la moral y la legalidad en sus propios términos y decide aplicar contra mí sus doctrinas éticas y legales porque tiene el poder y los medios de comunicación para justificar su inhumanidad, yo no estoy moralmente obligada a escuchar, mucho menos a obedecer sus dictámenes. Sin duda tengo la obligación de resistir y de pelear hasta la muerte contra la corrupción moral del enemigo. Mi accionar no puede ser evaluado sin examinar las causas que tiene por detrás. La acción revolucionaria que llevé a cabo el 29 de agosto de 1969 fue una afirmación de mi humanidad desdeñada, una declaración de la humanidad de los palestinos. Fue un acto de protesta contra Occidente por su postura pro-sionista (por lo tanto anti-palestina). La lista de pecados de Occidente es abrumadora.»

MI PUEBLO VIVIRA - LEILA KHALED

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La guerrillera palestina, Leila Khaled narra aquí su vida como combatiente. Pero no solo: también cuenta desde su nacimiento en Haifa y la expulsión de su territorio por las fuerzas sionistas, a las operaciones de toma de avión que la hicieron conocida en Occidente.

«No veo cómo mi opresor puede ser juez de mi respuesta a sus acciones opresoras en mi contra. No está en posición de emitir un juicio imparcial o de acusarme de piratería aérea y secuestro, cuando él secuestró mi casa y me secuestró a mí y a mi gente fuera de nuestra tierra. Si el enemigo define la moral y la legalidad en sus propios términos y decide aplicar contra mí sus doctrinas éticas y legales porque tiene el poder y los medios de comunicación para justificar su inhumanidad, yo no estoy moralmente obligada a escuchar, mucho menos a obedecer sus dictámenes. Sin duda tengo la obligación de resistir y de pelear hasta la muerte contra la corrupción moral del enemigo. Mi accionar no puede ser evaluado sin examinar las causas que tiene por detrás. La acción revolucionaria que llevé a cabo el 29 de agosto de 1969 fue una afirmación de mi humanidad desdeñada, una declaración de la humanidad de los palestinos. Fue un acto de protesta contra Occidente por su postura pro-sionista (por lo tanto anti-palestina). La lista de pecados de Occidente es abrumadora.»